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En este apartado me ha parecido interesante poner tres documentos que he encontrado en la página: 
http://www.portaldelcoaching.com/Actualidad/Documentos/documentos.htm

"Siempre ten presente que:", "Busca tu razón de ser" y "Yo puedo hacer la diferencia" son tres textos que invitan a la reflexión personal sobre nuestro modo de vivir y ver la vida.






Siempre ten presente que:

La piel se arruga,

El pelo se vuelve blanco,

Los días se convierten en años...

Pero lo importante no cambia;

tu fuerza y tu convicción no tienen edad.

Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.

Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.

Detrás de cada logro, hay otro desafío.

Mientras estés vivo, siéntete vivo.

Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo.

No vivas de fotos amarillas...

Sigue aunque todos esperen que abandones.

No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.

Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trota.

Cuando no puedas trotar, camina.

Cuando no puedas caminar, usa el bastón.

Pero nunca te detengas!!!


Autora: Madre Teresa de Calcuta







 

Busca tu Razón de Ser

 

 

 

 

¿Estaremos en este mundo por casualidad?

• ¿Acaso somos simplemente un accidente de la naturaleza?
• ¿Tendrá algún sentido mi existir?
• ¿Tendré acaso una misión que cumplir?
• ¿Cómo podré justificar mi vida?
• ¿Todos los alimentos que consume un ser humano a lo largo de su vida y el agua que utiliza se podrán justificar con algún fin?

Buscar la razón de su existir y encontrar la respuesta es una grave responsabilidad que cada quien debe encontrar, pues nadie más nos la podrá decir; en nuestro interior y a través del conocimiento debo descubrir mi razón existencial, preguntas que debemos auto formularnos para encontrar la vocación de cada quien.

• ¿Qué es lo que más disfruto realizar?

• ¿Con qué actividad me siento más identificado?

• ¿Quién quiero llegar a ser? ¿Dónde deseo estar?

• ¿Qué me gustaría hacer el resto de mi vida?

• ¿Cuánto deseo ganar para realizar mi ser?

En la obra de la vida no hay papeles malos, hay actores mediocres, no importa la naturaleza de la actividad que elijamos, si la desarrollamos con ética y pasión el triunfo es inevitable. El gran secreto para nunca trabajar es aprender a disfrutar lo que hacemos, entonces la rutina jamás nos alcanzará pues el secreto consiste en hacer de cada actividad ordinaria una experiencia extraordinaria. Así un trabajo tan repetitivo como ser telefonista o preparar la comida todos los días lo podremos convertir en excitante y lleno de retos si nos proponemos hacer de cada día una obra única y singular al intentar hacerlo; con pasión y con alegría alejaremos el fantasma del aburrimiento y el fastidio que causa hacer las cosas por obligación. 

 

 


Todos los días tenemos la opción de realizarnos, la realización no es una meta, es el camino. El resultado busca un objetivo; la realización es el proceso, uno es un efecto, la otra es la causa, el proceso es un fragmento, la realización es la obra completa.

Recuerde, la realización es cuando nos utilizamos a fondo, cuando todas nuestras potencialidades han sido aplicadas en su máxima intensidad no importando si ganamos, perdemos o empatamos; estamos ciertos de que en ese momento daremos lo mejor de nosotros mismos, los resultados son la consecuencia de nuestra entrega total y es usual que el resultado nos sea favorable.

Una vida llena de realizaciones es una vida colmada de satisfacciones, ¿cómo puede usted saber con certeza si su vida ha sido valiosa? Elabore una lista de realizaciones, qué ha hecho con gusto, con pasión, con deseo vehemente de hacer lo mejor posible. Le deseo que su lista esté colmada de realizaciones y no solamente la juzgue por los resultados obtenidos.

Rétese todos los días a encontrar la dimensión extraordinaria de lo ordinario y aléjese del síndrome de hacer "lo estrictamente necesario".

No se limite a cumplir con su tarea en forma normal, sino que hágase el hábito de dar siempre más, ese extra lo hará diferente y le cambiará su porvenir, será candidato al ascenso en su trabajo; dé mucho más de lo que recibe y seguramente que los roles trabajo, pareja, amigos y familia se verán enriquecidos con esta actitud que es el sello que distingue a los triunfadores.

 


Autor: Miguel Ángel Cornejo

 







Yo puedo hacer la diferencia


Su nombre era Mrs. Thompson. Mientras estuvo al frente de su clase de 5º grado, el primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños una mentira. Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado Teddy Stoddard.

Mrs. Thompson había observado a Teddy desde el año anterior y había notado que el no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy descuidada y constantemente necesitaba darse un buen baño. Teddy comenzaba a ser un tanto desagradable.

En la escuela donde Mrs. Thompson enseñaba, le era requerido revisar el historial de cada niño, ella dejó el expediente de Teddy para el final. Cuando ella revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa.

La profesora de primer grado escribió:

"Teddy es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales... es un placer tenerlo cerca".

Su profesora de segundo grado escribió:

"Teddy es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil".

La profesora de tercer grado escribió:

"Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. El trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas".

Su profesora de cuarto grado escribió:

"Teddy se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones se duerme en clase".

Ahora Mrs. Thompson se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos le llevaron sus regalos de Navidad, envueltos con preciosos moños y papel brillante, excepto Teddy.

Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que el había tomado de una bolsa de papel.

Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume con sólo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se colocaba un poco del perfume en su muñeca. Teddy Stoddard se quedo ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir: "Mrs. Thompson, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá".

Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños. Mrs. Thompson puso atención especial en Teddy. Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, el respondía más rápido. Para el final del ciclo escolar, Teddy se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase.

Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Teddy, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida.

Catorce años después recibió otra nota. En esta ocasión le explicaba que después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por Dr. Theodore F. Stoddard.

La historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Teddy ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a Mrs. Thompson si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la madre del novio, por supuesto Mrs. Thompson aceptó. Ella llegó usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Teddy recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos. Se dieron un gran abrazo y el Dr. Stoddard le susurró al oído, "Gracias Mrs. Thompson por creer en mi. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la diferencia".

Mrs. Thompson tomó aire y dijo, "Teddy, te equivocas, tu fuiste el que me enseñó a mi que yo puedo hacer la diferencia. No sabía cómo educar hasta que te conocí".

    Autor: Anónimo

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